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Stefan Kramer, el hombre de las mil caras y Hermes Mercurio

Publicado por Paulina Peñafiel
Stefan Kramer
Stefan Kramer
Stefan Kramer

Imitador, actor, comediante y locutor chileno. Descendiente de suizos alemanes de la Región de la Araucanía, es bien conocido en Chile por copiar con gran similitud los tonos, timbres de voz, gestos y expresiones de decenas de personajes del medio chileno e internacional, tales como animadores, cantantes, políticos, deportistas, comentaristas deportivos y personajes de farándula en general.

Sin conocer su Carta Astral, reflexionamos sobre la existencia de un Mercurio dominante en ella, ya que refleja a todas luces el arquetipo de Hermes.

Carta Astral de Stefan Kramer

Y así es. Mercurio es regente del Ascendente y del Medio Cielo. Se encuentra exaltado en Acuario y además en Sextil a Urano en la Casa III, de las comunicaciones, la mente, el intelecto, pensamiento racional, la expresión verbal, hermanos, contactos inmediatos, asociación de ideas, viajes cortos y el tránsito. Mercurio está ubicado en Casa V, de la creatividad, auto-expresión, teatralidad, arte, humor y juego.

Después de su imitación a los candidatos presidenciales, hoy sorprende la noticia de que sus rutinas podrán descargarse en el Metro y Transantiago, espacios del dominio de Hermes en la mitología griega.

Hermes-Mercurio en el mito griego

En la mitología griega Hermes desempeña un asombroso número de papeles: es el mago, el artesano, el mensajero de los dioses, el dios de las fronteras, los caminos y mercaderes, de las palabras y el lenguaje y también un ladronzuelo, tramposo y «pillo».

Hermes nace de la única aventura de Zeus que Hera, su esposa, no logró detectar, por lo que se dice que nació fruto del engaño y la astucia de Zeus.

Recién nacido sintió el impulso de salir de la cuna e, inesperadamente, en la puerta de su casa se encontró con una tortuga, que luego de admirarla, le sacó el caparazón, estiró sobre él una piel de buey, le añadió unas cuerdas y creó la primera lira (ingenioso, hábil y ducho con las manos). Luego, aburrido de jugar con la lira, la tiró en su cuna y siguió camino en busca de entretención. Empezaba a sentir hambre cuando tropezó con un rebaño de bueyes pertenecientes a su hermano mayor Apolo, que decidió robar. Para ello hizo que salieran retrocediendo, de modo que las huellas de las pisadas de los bueyes señalaban el camino inverso de aquél por donde él se los llevaba. Después diseñó y fabricó unas sandalias especiales para ir cubriendo sus propias huellas, sin dejar tras de sí ningún rastro. A continuación encendió un fuego, escogió dos bueyes para cocinarlos, los dividió en doce partes y las utilizó para ofrecer un sacrificio a cada uno de los dioses del Olimpo, incluido él. De esta manera, Hermes se estaba preparando para aceptarlos a todos, por más diferentes que pudiera ser un dios de otro.

De igual forma, Mercurio simboliza esa parte en los individuos que es capaz de identificarse con los diversos principios representados por los otros planetas. Se trata del talento para imitar y ser cualquiera de los otros arquetipos. Mercurio es un mimo que, como dice Howard Sasportas en su libro junto a Liz Greene Los Planetas Interiores, «a mí no me sorprendería nada que los imitadores famosos tuvieran en su carta natal a Mercurio o Géminis destacado».

Cuando Apolo descubrió que le faltaba el ganado sospechó que el culpable era Hermes pero cuando lo increpó por este motivo, su hermano menor acurrucado en la cuna, protestó que era inocente: «si nací ayer y lo único que me interesa es dormir, baños tibios y la leche de mi madre. Tengo los pies delicados y el suelo es áspero. Pero si quieres, te juraré sobre la cabeza de mi padre que no soy culpable y que no he visto que nadie te robara los bueyes…. sean como sean. Esta es la primera vez que oigo hablar de ellos». Apolo lo llevó donde Zeus que se deleitó con su astucia, habilidad para escabullirse de cualquier aprieto, su poder de persuasión y les obligó a reconciliarse. Sin embargo Hermes usó sus dotes mágicas e hizo que los bueyes se quedaran arraigados al suelo, luego tomó su lira y cantó sobre el origen de los dioses y los oficios asignados a cada uno de ellos (el lado más serio y erudito de Hermes). Apolo, que amaba la música, le pidió la lira a cambio de posición de honor y riqueza. Hermes negoció además compartir el patronato del ganado, pero tuvo que hacer un juramento por el cumplimiento del pacto. Cuando juró que no robaría ni el ganado ni el instrumento, Apolo le ofreció el caduceo, una vara mágica que lleva enroscadas dos cintas o dos serpientes, y que se convirtió en uno de los símbolos más famosos de Hermes.

Hermes es el elegido cuando hay que rescatar o salvar a los hijos de los dioses. Es el mensajero de los dioses, el mensajero personal de Zeus, el único que tiene acceso al cielo y al infierno. Además es el encargado de mantener vivo dentro del individuo al «niño divino», esa parte que es eternamente joven y está siempre abierta a la vida, sea cual sea la edad.

Erin Sullivan equipara a Mercurio con la capacidad de la mente para descender a las profundidades del inconsciente a fin de recuperar material reprimido o sepultado, que entonces es posible examinar a la luz de la conciencia.

Bibliografía: Liz Greene y Howard Sasportas, «Los Planetas Interiores»

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