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Viernes, 22 de julio de 2016

Leo – Matar al León de Nemea y traer su piel

Publicado por Paulina Peñafiel
Leo – Matar al León de Nemea y traer su piel

El Sol entra en Leo, hoy a las 5:31 AM (Stgo., Chile 9:31 AM GMT)

Euristeo encarga a Hércules matar al león de Nemea y traer su preciada piel.
El león asolaba la región de la Argólide; merodeaba y acechaba para capturar a todo aquél que cruzara su camino; diezmaba los rebaños y devoraba también a los humanos. Su espantoso rugido se escuchaba a lo largo de la noche. La gente de la comarca vivía aterrada, sin aventurarse a salir afuera a trabajar ni cultivar su tierra, silenciosamente encerrada detrás de sus puertas trancadas.

Lo esencial es que esta bestia no era un león común, sino un monstruo cuyos padres no era leones. Su padre era Tifón y su madre, su esposa Equidna, la terrorífica mujer víbora. Este es el aspecto decisivo, testimonio de la naturaleza real del combate hercúleo, que no tiene nada que ver con la caza común de un animal salvaje. Además y a pesar de todo su talento como arquero, Hércules deberá renunciar a utilizar sus armas habituales: las flechas rebotan sobre la piel de la bestia. El héroe tendrá que confiar en sus recursos más excepcionales: su fuerza y su valor, también sobrenaturales y casi divinos.

La historia nos dice que cuando Hércules se puso en marcha para atrapar y dar muerte al león, pasó por la pequeña ciudad que linda con el bosque de Nemea, donde fue hospedado por Marloco, un campesino pobre y primigenio. El león había matado a su hijo y Marloco quería ahora sacrificar su único carnero en honor de su huésped, pero Hércules le pidió que esperara treinta días.

El león habitaba en una caverna que tenía dos entradas comunicadas por un largo pasillo. Hércules bloqueó una de ellas con una piedra enorme y entró por la otra. En la completa oscuridad avanzó en busca de la fiera, que encontró y acorraló en la cueva. Marloco le había advertido que debía atacar al león en una lucha cuerpo a cuerpo. Cuando el león se lanzó sobre él, Hércules lo cogió por la garganta y lo apretó tan fuerte y tanto tiempo entre sus brazos que el león terminó por morir asfixiado.

Luego, lo arrastró fuera de la gruta para arrancarle la piel. Esta tarea era aún más difícil, ya que no le hacían mella ni el hierro, ni las piedras, ni el garrote y por ello se presentaba invulnerable a los cazadores. Atenea le inspiró en aquel trance la idea de cortar la piel con las mismas garras del león. Con ellas lo desolló.  Este fue el fin de la fiera de Nemea, que tantos males había causado a hombres y a rebaños.

Con la piel del animal que antes asustaba de muerte a los mortales Hércules se confeccionó una especie de manto que le serviría de armadura y con la cabeza, un yelmo de combate. De esta forma, se convirtió en una promesa de salvación. Le llevó treinta días hacer toda esta tarea.

Cuando Euristeo ve a Hércules regresar victorioso con la vestimenta del león, se aterroriza y le queda claro que más vale desconfiar de él. Le prohíbe para siempre entrar en la ciudad. De ahora en más Hércules deberá depositar los trofeos que traiga -si es que lo consigue- al pie de las murallas, fuera de la ciudad.

Simbología de Leo


 Al igual que en otras culturas, el león era para los griegos la imagen del éxito, tanto en la guerra como en la cacería.
– Representaba las ambiciones masculinas de ser valeroso, peligroso, inteligente y afortunado. Si un guerrero podía matar a un león, alcanzaba la cima de su destreza y absorbía las cualidades de su enemigo, para lo bueno y para lo malo. Existía un buen hombre león, protector de los débiles y un hombre león maligno.

– En este mito del León de Nemea hay tres rasgos distintivos de la pauta de vida que suelen actualizar los leoninos:
1. La condición bastarda de Hércules alude a la vivencia de ser hijo de un padre herido que se traduce primero en un desengaño del «pater», generalmente al terminar la infancia, y luego en una invitación a elaborar por sí mismo una identidad.
2. La afrenta supone batallar con la bestia indomable que es el León de Nemea, símbolo de las poderosas pasiones del corazón que presionan como complejos inconscientes o que conducen irreflexivamente todo comportamiento.
3. La lucha es inútil cuando se ocupan las herramientas esperables -flechas, espadas, garrotes- para domar la furia, el auto-engrandecimiento o la cólera instintiva del animal. Hércules aprende que internarse a oscuras en la gruta y atacarlo con sus propias manos es más efectivo. La decisión constituye una sugerencia de cómo aproximarse a esa sombra que habita escondida en cada leonino: de modo humilde, sin pretensiones y libre de los ropajes del ego, haciendo en definitiva un trabajo alquímico de las pasiones.   Sólo entonces el héroe domina a la bestia, se viste con su piel y adquiere el porte regio de la corte. Es un león en quien han sido reconocidas e integradas las indomables pulsiones que conforman a la vez su mejor ropaje.

De esta manera se corona además la creación más importante de Leo: la identidad del individuo. Aunque para ello debe cumplir -como todo rey- un rito de pasaje.

FUENTE:  «Los Trabajos de Hércules», Alice Bailey

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